martes, 11 de febrero de 2014

Proceso de compra de un piso/casa/techo desde cero Vol.I

Antes siquiera de haber tomado realmente la decisión de comprar un piso (o casa, o cualquier lugar con techo al que puedas llamar "hogar") el primer impulso es hacer una búsqueda en Google. Seleccionas la zona que quieres, lo metros cuadrados de los que te gustaría disponer y, si acaso, un precio máximo de compra. Et voilá. Te quedas con la carita de otra porque con ese precio no hay nada. Vuelves a probar y decides aventurarte a no seleccionar ningún precio en la búsqueda. Ahí es donde realmente empiezas a conocer el mercado. Mercado que, con la que todos dicen que está cayendo, te esperabas mucho más asequible.

Curiosamente, da igual en la página que entres a buscar. Siempre, pero siempre siempre siempre, aparece como sugerencia un piso super ideal que está en la otra punta de la ciudad. En este caso: Sevilla. Si buscas algo en Triana las mejores opciones serán de Sevilla Este, (esto es "Mordor" para los que no conozcan la hispalense). Si buscas en Los Remedios (Zona "o sea") te saldrán suculentas ofertas en Los Parajitos (Zona nada "o sea"). Y así sucesivamente. Te quedas siempre con la sensación de que te están trolleando.

Lo siguiente, cuando ya estás más animada y decides que visitar las casas puede ser mejor que ver fotos que parece que obliguen a echar con el móvil, es darle a "contactar". Ahí es donde empiezan a ficharte los señores de las inmobiliarias. Estás perdida. O perdido, claro. Una vez contactas, pasas a formar parte de una tarea casi diaria telefónica que desempeñan estas personas. Mi consejo es hacer un intensivo para que la búsqueda no se haga ETERNA. Si te llaman di que sí, porque tarde o temprano tienes que ir y, créeme, es su trabajo: no dejarán de llamarte. Es mejor ir de kamikaze y darle a "contactar" casi a diestro y siniestro.

En un par de días se te habrá puesto cara de telefonista y los gemelos como piedras de ir a ver hogares potenciales (y no potenciales). Ahí es cuando empiezas a sospechar que lo de las fotos hechas con el móvil es una vil estrategia para que luego no parezca todo tan horrible. Los mejores precios están para reformar, los sitios reformados siempre parecen obra y gracia de aquel personaje al que llamaban "la hierbas", todo de colores, y si te encuentras alguno que esté para entrar pero que necesite reformas al final tampoco compensa el precio.

Finalmente, en mi caso al menos, decidí optar por la opción reforma. Sí. REFORMA. Maldita la hora. Aunque en realidad sigo pensando que es la opción menos mala. La diferencia de precio viene a ser lo que te gastas en la obra, la instalación y los muebles. Y al cabo de dos meses (o eso espero que ocurra), tendré una casa que me ha costado lo mismo que la de la hierbas, pero a mi gusto.

Pero no tan rápido. Hasta que llega el momento de firmar no sería nada raro algún roce con algún agente inmobiliario, alguna operación abortada sospechosamente a última hora (true story, os la cuento en la próxima entrada) o algún vendedor que no se baja del burro y vende su inmueble a precio de diamante tallado en Tiffany's. El mejor consejo posible es: paciencia.

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